Premín de Iruña

IGNACIO BALEZTENA ASCÁRATE "PREMÍN DE IRUÑA" (PAMPLONA 1887-1972): SU PERSONA, SU VIDA Y SU OBRA

lunes, 24 de diciembre de 2012

Feliz y Santa Navidad... y recuerdos de la de 1937


Querido lector, esta entrada es para desearte que pases una muy feliz Navidad cerca del Niño Jesús. Y en el idioma que tanto gustaba al aitacho Eguberri on. (Que traducción tan bonita, "buen Día nuevo".) Y es que en Navidad celebramos que Jesús nace en Belen y todo lo hace nuevo. Que pena que se esté popularizando un anodino zorionak (felicidades), que lo mismo sirve para un roto que para un descosido.

Así celebramos el nacimiento del Niño Dios, junto con la Virgen, San José y por supuesto la mula y el buey, que aunque no aparece en el Evangelio, el papa ha recomendado en su libro que "Ninguna representación del Nacimiento renunciará al buey y al asno", y para saberlo exactamente lo mejor es leerlo. Pero fuera de la anécdota, lo dicho: ¡Feliz Navidad!.

Y como entrada propia de este tiempo nos vamos hasta las navidades 1937, donde habíamos dejado la biografía del aitacho, a través del testimonio dejado por tía Lola, su hermana, en sus memorias:

Felicitación navideña de 1937
"Cuando llegaron las Navidades no faltó en el Alfonso Carlos el tradicional Nacimiento puesto a la antigua usanza, es decir, con figuricas de Olot, pastores, ovejas, lavanderas limpiando la ropa en el río helado, y en la plaza, los jóvenes bailando jotas e inguruchos, y pelotaris jugando ante el frontón, y un heladero vendiendo su "reconfortante" producto sacado de una barquillera sacada con los colores de la bandera española, y haciendo la guardia del Portal, ¡cómo no!, una pareja de requetés. Total, un Belén navarrizado, que trastornando los anuncios de los profetas, no nacía en Belén de Judea el Niño Dios, sino en un pueblo cualquiera de los nuestros. Y la nieve de harina cubría los montes cosa insólita en Belén.
Ni qué decir tiene que jotas e inguruchos se bailaron al son del chistu y acordeones, en los que participaron hasta los cojos con muletas. Se cantaron villancicos del presente, como éste:

Si en Belén hubiera habido
requetés y margaritas,
no naciera el Niño Dios
en tan humildes pajitas.

Para que no pases frío
como la noche en Belén,
quiero darte mi capote
y mi boinica también.
 
La Asociación de "Amigos del Combatiente", precursora de "Frentes y Hospitales" que más tarde se organizó, preparaba con grandes afanes colaciones, prendas de abrigo para llevarlas al frente. Fui designada, entre otras, para ir con el agradable aguinaldo hacia Teruel donde se estaban desarrollando sangrientas batallas.
En la madrugada del 28 de diciembre, uno de aquellos camiones del requeté que paseaban triunfantes la Cruz de los antiguos Tercios españoles, bien repleto, emprendió la marcha en busca de los navarros. Para dar con ellos era preciso ir muy lejos, pues no eran los nuestros los que gustaban la paz de la retaguardia.
...Por el camino preguntábamos:
- ¿Y los navarros?.
- Más adelante –nos contestaban siempre- Y con esta orientación íbamos acercándonos cada vez más al teatro de la guerra. Volaban cantidad de aviones, cruzaban ambulancias; el monte frontero se iluminaba y ocultaba por el humo y fogonazos; el ruido del combate lejano se parecía a una horrorosa tronada de agosto.
Nos detuvimos en Cea de Albarracín, límite adonde podían llegar las personas no encuadradas en la guerra. Pero allí, tampoco estaban los nuestros.
- ¿Y los navarros? –preguntábamos nuevamente.
- Ya se fueron, están trabajando
Nos tuvimos que resignar a no verlos, a no cambiar con ellos palabras de cariño, mensajes de familia, y llevábamos muchos. Los representantes de las unidades donde había navarros se hicieron cargo del envío. En la plaza del pueblo, una fila de ellos, iba depositando la confortable carga...Ya el camión vacío, los chicos nos dieron las gracias...

De regreso, hicimos alto en Cella donde estaba de paso el Tercio de San Miguel. Me lancé por las callejas del pueblo derruido en busca de tantos conocidos y enseguida tropecé con un bordari de Leiza. Este, al verme, reaccionó de una manera original que a cualquiera hubiera decepcionado; a mí, no, siendo de tierra montañesa. Sin siquiera saludarme, echó a correr en sentido opuesto lanzando irrintzis. Al poco tiempo, reunidos todos los de Leiza y Tolosa por la llamada ancestral, me rodearon cariñosos, y en poco tiempo, hablamos de muchas cosas, encargos para las familias, recuerdos del pueblo, de los Santiburcios..., pero de sus hazañas guerreras, ni una palabra.

Aquella noche pernoctamos en Calatayud, y no puedo decir que las armonías de "Una noche en Calatayud", cuyo autor no recuerdo, turbaran mi sueño en la cama blanda, en la habitación calefaccionada, tan deliciosa después del frío y cansancio pasados.


El año se hundió en "la noche de los tiempos" y quedó sepultado en tierra regada por lágrimas y por sangre. Al contemplar su triste ocaso, suplicábamos fervientemente al cielo hiciera brillar en el nuevo la aurora de la paz."


Esta Nochebuena, en medio del guirigay que se montará en el Cielo, seguro que el aitacho entonará "Yo soy Ignacio que viene a cantar, al Niño que llora a hacerle callar...", tío Joaquín le silbara su canción al Niño, tía Josefina recitará su poema, tío Pello se mezclara con los angelicos que cantan "Gloria in excelsis Deo"... y aquí abajo esta noche volverá a aparecerse algún adefesio de angelico, a unos pastores dormidos que cantaremos, bailaremos y rezaremos al Niño que nace.

Imagen de "Larrea" nevada en Leiza
¡Feliz Nochebuena y Santa Navidad!

sábado, 15 de diciembre de 2012

La muerte de Javier



            Querido lector, veíamos cómo mientras el aitacho estaba organizando los sanfermines en el frente de Madrid (pinchar aquí), una llamada de teléfono avisaba que su sobrino Javier Jaurrieta Baleztena, el hermano de Chan, estaba muy grave en Salamanca con meningitis, por lo que tuvo que ser evacuado de primera línea. Enseguida partió hacia allí su madre tía Luisa[1] con varios de los familiares. Poco más tarde, acentuada la gravedad, fue también mi padre Ignacio con otras dos hermanas.

Y continua la narración tía Lola (Dolores Baleztena, hermana de Ignacio) en sus memorias:

“Aquella etapa tan animada, tan interesante iba a tener un tristísimo final. Por teléfono, sin preparación, como se daban entonces las noticias, nos llegó una horrible: ¡Javierico se moría!. Salimos rápidamente hacia Salamanca, ¡otro viaje de angustia!, a donde llegamos para verle morir. El pobre nunca se consoló de la muerte de su hermano por el que sentía enorme cariño, gran admiración. Continuamente lloraba como un niño y acabó por contraer una enfermedad a la cabeza que le hacía declinar rápidamente[2].

Repartiendo el rancho unos meses antes
 A pesar de haber perdido la razón nos reconoció enseguida. ¡Con qué cariño nos sonreía!. Aprovechando aquellos momentos de lucidez recibió los Santos Sacramentos con un fervor extraordinario. En su delirio, cantaba cantos carlistas, hablaba de batallas, de los requetés; cruzando las manos piadosamente rezaba a la Virgen conmovedoras oraciones: “¡Virgen María!. Te entrego mi corazón, estando en tus manos, está en las de Dios”.

La propia tía Lola escribía esta carta:

“Nuestro pobre Javier está edificante. Parece que Dios ha permitido que recobrase el conocimiento para que pudiera confesarse y comulgar, y no hace más que decir jaculatorias y ofrecer su vida. Su madre le recuerda aquella frase que nos escribía desde Somosierra, diciéndole que ahora está en el mismo caso: “Vivimos en gloriosa alternativa, si muero me voy al Cielo y allí veré a papá. Si vivo me quedo con vosotros y viviremos felices en una España que habremos devuelto a Dios”. Si oyeráis con que cariño repite los nombres de todos… siento a veces remordimiento de pedir a Dios que retenga el vuelo de este ángel que se nos va en las alas del fervor y del sacrificio”.

Y en sus memorias nos sigue contando tía Lola:

“¡Y Dios se lo llevó!. De aquella alternativa gloriosa en que vivía en el frente, como decía en una de sus cartas: o volver a casa o subir al cielo, eligió la última, la mejor; y vimos cerrarse, también, aquellos preciosos ojos azules como los de su hermano Luisitico, como los de su hermano Chan..., aquellos ojos que llevaban en sus pupilas reflejos del azul purísimo de los cielos...

Murió a los 19 años recién cumplidos, como su hermano, el 8 de julio. Hacía justo un año que los dos, vestidos de blanco, con la boina roja, bailaban alegremente en los Sanfermines en la cuadrilla El Muthiko Alaiak, y ahora, aquella boina roja les servía de gloriosa mortaja.

Desgarrados por la pena, volvimos a Pamplona tras el camión que conducía sus restos, renovándose en aquella tristísima jornada la dolorosa traída de Juan Jesús, no hacía un año todavía.

El duelo presidido por sus dos hermanicos, resultaba conmovedor.

Después de los funerales volvimos a Leiza y la sombra protectora de la casa, una vez más, acogió nuestra pena”.

Placa conmemorativa en la que están juntos los dos hermanos requetés, Chan y Javier Jaurrieta Baleztena

Nos cuenta Romero Raizabal: “No es raro que haya muerto un requeté. Lo extraordinario, lo inaudito, lo verdaderamete inverosímil, es que haya muerto un requeté de muerte natural, en el lenguaje de antes de la guerra.
Porque en la actualidad la muerte natural de un requeté, es la muerte en el frente, en primera línea, de bruces sobre el parapeto. Como murió hace nueve meses, el hermano del requeté que acaba de morir ahora…

El día del entierro todos lloraban en la casa. Todos. Que todos le querían por ser bueno y valiente. Por las mismas razones que le quiso Dios y se lo llevó a la Gloria.
Todos lloraban en la casa, pero la madre, no. ¿Temple de acero? ¿Resignación cristiana?. Tras tantas noches en vela y de sufrimiento, aun Luisa Baleztena tenía fuerzas para sonreir, un poco pálida, entre las lágrimas de todos.
Pero nosotros lo comprendimos en seguida. Es una fuerza enorme saber que se tienen tres hijos en el cielo."

Lápida en la sepultura de Javier Jaurrieta Baleztena. Dale Señor el Descanso Eterno y brille para él la Luz Eterna. Descanse en Paz.

Y efectivamente nos sigue contando tía Lola:

            “La guerra seguía en el Norte con continuos avances pero costando muchas vidas. En todas las casas se lloraba, como en la nuestra, la pérdida de seres queridos, y esa hermandad en el dolor nos hacía sentir como propias las penas de los demás.

Varios mozos de Leiza sucumbieron y el recibimiento que el pueblo les dispensaba cuando a él eran traídos, solía ser impresionante. Un camión desvencijado, cubierto de barro, estacionaba en la Plaza y de él los requetés bajaban el pobre ataúd cubierto por la bandera española. Por el majestuoso camino de piedra que a la iglesia conduce subía el “seguizio” lento, solemne, destacándose en la teoría negra de los lutos la viveza de la boina encarnada. Y en el Campo Santo, modesto, lindante a campos de labor que sus brazos juveniles labraron, descansaban en paz los que murieron en la guerra.

Entierro de un requeté del caserío de Rezuma en Leiza

Entierro de un requeté en Leiza. Los restos recibidos en el Ayuntamiento y el segizio preparado para subir a la iglesia y el cementerio.

Al abandonar el cortejo el santo recinto, en la calma grandiosa y soberana de los montes, sobre la tierra natal que les brindaba el último asilo, quedaba pendiente de la Cruz la corona de laurel y margaritas. Que manos de novias y hermanas tejieron amorosamente.”

Así mientras la guerra continuaba y la vida seguía llegaba el momento también de que el Príncipe Gaetán finalizará su estancia en Leiza, como veremos en la próxima entrada si Dios quiere.


[1] Luisa Baleztena, hermana de Ignacio, en un año había perdido a su marido, Germán, junto con un hijo Luis y la niñera en un accidente y posteriormente a otro hijo, Chan, en el frente.
[2] Estando en el frente Javier contrajo una Meningitis

lunes, 10 de diciembre de 2012

7 Julio de 1937, sanfermines en el frente de Madrid



            Querido lector, veíamos como mientras el aitacho hacía los honores al príncipe D.Gaetán de Borbón Parma en Leiza, a la vez preparaba unos sanfermines especiales para que pudieran celebrarlos los navarros que estaban en el frente de Madrid. (pinchar aquí). Parecía una época de descanso y relativa felicidad dentro de la desgracia de la guerra, pero una llamada de teléfono... pero mejor que esto nos lo cuente Ignacio Romero Raizabal en su libro Héroes de Romance:
Ignacio Baleztena sobre el pretil de la subida a la Iglesia de Leiza, junto con sus hermanos, acompañando al Príncipe Gaetán de Borbón sentado

“¡Qué A gusto estaba el Príncipe en Leiza!

            De vez en cuando , la cana al aire de una excursión o un paseo. Un partido a pala en Santesteban porque jugaba Pello Mari; la novillada de Tolosa de Belmonte y Sánchez Mejías o un té en casa de los Zabala; un viaje de ida y vuelta al día al colegio de Lecároz, hoy transformado en hospital bajo la advocación de Mola; el bautizo y padrinaje en Lecumberri de un hijo del Capitán Andrada, compañero de Tercio y de Hospital de Sangre de su Su Alteza…

D. Gaetán aprovecho su convalecencia en Leiza para hacer excursiones y visitar lugares emblemáticos: en la foto junto al mausoleo delos generales carlistas en Estella

            Pero aquel golpe de teléfono fue igual que una granada. Javier Jaurrieta Baleztena[1], el hermano de Chan, estaba enfermo en salamanca. Grave. Con una meningitis. Gravísimo.

            A la primera noticia en seguida del golpe de teléfono, se traslado la madre a Salamanca con varios de los familiares. Poco más tarde, acentuada la gravedad, siguió el mismo camino el tío Ignacio[2], con otras dos hermanas, dejando un viaje al frente de Madrid para llevar obsequios y canciones a los navarros qué luchan en aquellos contornos y endulzarlos un tanto los “sanfermines” de este año, tan lejos de Pamplona”.

            Efectivamente cuando ya estaba todo preparado como hemos visto, toda la ilusión que había puesto mi padre Ignacio en hacer una de las suyas, es decir, organizar unos sanfermines en el frente, se torno en tristeza con esta desgraciada noticia. Fue rápido a asistir a su sobrino a Salamanca en su gravísima enfermedad, igual que había acudido anteriormente a auxiliarle cuando se hallaba en un entuerto.

            No obstante dejó todas las instrucciones para que los navarros del Frente de Madrid no se quedaran sin mezetas ese año. Así partieron el camión cargado de cosas y las dantzaris del Muthiko Alaiak con todo lo necesario para el festejo. Aquellos sanfermines en la distancia fueron un éxito. Se celebraron todos los actos programados. Que alegría derrocharon en pleno frente los navarros en medio de tan dramática situación. Se levantaron al son de dianas floreadas que, con el permiso pertinente, esta vez fueron acompañadas no de prisas sino de bailes, cantos y saltos como si fueran por la Calle Estafeta. El encierro simulado fue una parodia del real que sirvió para disfrutar y divertirse, recordando su lejana Pamplona. Después con que devoción asistieron a la Misa de campaña presidida por una pequeña réplica del santo morenico que acabaron llevando en volandas improvisando una singular procesión. 

Imagen de una Misa de campaña en el frente, posiblemente similar a la que se celebró en aquellos sanfermines de 1937
Y antes de la comida el cuadro de danzas del Muthiko Alaiak hizo una exhibición, uniéndose de forma espontánea los requetés de esta misma peña que se encontraban en el frente. Después disfrutaron de un “banquete” especial en vez del habitual rancho con las viandas que les habían mandado desde Pamplona y tras el mismo una sobremesa con rasgueo de guitarras y acordeones, alternando la jota de la ribera con el zortziko de la montaña. 


Un joven requeté toca el acordeón en el frente. Los carlistas eran conocidos por sus canciones acompañadas de guitarras y acordeones.
Fue una jornada inolvidable que acabó con “echafuegos y trikitrakes” entre cohetes y salvas que despistaron a los adversarios, los cuales no sabían si era una ofensiva o una extraña estrategia. Tanto fue el éxito de estos curiosos "sanfermines" organizados por Ignacio Baleztena, aunque no pudiera disfrutarlos él en persona, que la fama de las actuaciones del cuadro de danzas del Muthiko se extendió por otros frentes del bando nacional y desde entonces fueron llamados desde distintos lugares para ir a animar a los que estaban combatiendo en los mismos. Así comenzaron una gira que les llevó recorriendo toda la geografía española en plena guerra hasta Granada, triunfando por todos los sitios que actuaban.

            Mientras todo esto ocurría y como duro contraste, ese 7 de Julio de 1937 el aitacho y la familia acompañaban a Javier, moribundo en una cama de un hospital de Salamanca, como veremos en la próxima entrada si Dios quiere.


[1] Sobrino de Ignacio Baleztena, como ya hemos visto anteriormente
[2] Ignacio Baleztena Ascárate, mi padre

sábado, 8 de diciembre de 2012

Ave María Purísima sin pecado concebida

La fiesta de la Inmaculada. Iruñería 1948

 ¡Ave María Purísima!
Querido lector, con la jaculatoria con que he comenzado era costumbre saludar al entrar en una casa navarra, y desde dentro se contestaba ¡Sin pecado concebida!, para indicar que sus moradores estaban dentro y se permitía el paso. En Leiza se abrevia diciendo ¡Ave Maríe! ya que en el vasco de esa zona las "a" final muchas veces se convierte en "e" (Marie en vez de María, Batiste en vez de Bautista, /Atxe/ en vez de aita...). Pero bueno, volviendo al asunto, este saludo nos indica hasta este punto está enraizada en nuestra tierra la festividad que celebramos el 8 de Diciembre: el día de la Purísima, es decir la fiesta de la Inmaculada. A través de esta "iruñería" escrita por el "aitacho" vas a poder conocer cómo se celebra dicha fiesta en Pamplona:

 
LA FIESTA DE LA INMACULADA
  
            En el Archivo del Excmo. Ayuntamiento de Pamplona se conserva un curioso cuaderno titulado Formulario de los actos y funciones que acostumbra a celebrar la M. N. y M. L. Ciudad de Pamplona, Cabeza del Reino de Navarra; en él consta el ceremonial que el Regimiento de Pamplona usaba para honrar a la Santísima Madre de Dios en el día de la fiesta de su Inmaculada Concepción.

            “El día 8 de diciembre, dice este interesante documento, que es de Ntr. Señora y en el de su octava, concurre la Ciudad como único patrono de dicha festividad, en el  convento de San Francisco. En la forma siguiente:

            El día de Nuestra Señora se juntan en la Casa del Ayuntamiento los señores Alcalde, rexidores, secretario y tesorero, y a las diez van, en cuerpo de Ciudad, con mazas, tenientes de Justicia y clarines y ministros en la forma regular al convento de San Francisco: y a su puerta principal están aguardando el Padre Guardián y religiosos de él, en dos alas para recibir a la Ciudad, y al llegar hacen su cortesía y van adelante, excepto el padre Guardián que se detiene para dar agua bendita.

            Y entrando la Ciudad en el jaunado, ocupa los bancos de felpa, que están preparados en lado de la Epístola, poniéndose el señor Alcalde, y en su ausencia el señor rexidor presidente, el primero en el extremo o esquina del banco de la puerta de la sacristía y los demás señores rexidores, secretario y tesorero, consiguientes por su orden y graduación de manera que el tesorero viene a estar el último en el banco de través y entrada de dicho jaunado.

            Y concluida la misa y sermón, se restituye la Ciudad a la Casa del Ayuntamiento en la misma forma que cuando salió de ella. Y el Padre Guardián y religiosos se ponen a la despedida en la puerta lo mismo que a la entrada, sin variar en otra cosa que en no dar agua bendita…”

            El año 1810 fue la Ciudad sin acompañamiento de clarines pues uno de ellos se hallaba enfermo y el otro preso por la policía francesa por considerarlo desafecto al rey Pepe-Botellas.

            Este año y el siguiente de 1811 se celebró la función en la iglesia parroquial de San Cernin, pues los franceses, dueños de la ciudad, expulsaron de la ciudad a los padres franciscanos, para convertirlo en prisión de guerra.

            En 1820 se proclamó en España la sabia Constitución como la llamaban sus admiradores. Y como los partidarios del Progreso no conciben que éste siga adelante sin antes meterse con todo lo que huela a frailes y cosas de iglesia, acordaron en las Cortes, celebradas en mayo de 1822, prohibir a las ciudades y pueblos de la monarquía constitucional la celebración con cargo a los fondos de los municipios de toda función religiosa, que no fuera la del Corpus, la del patrono de la localidad y el Tedeum del día del aniversario de la proclamación de la Constitución.

            Cayó ante las bayonetas realistas el engendro de Cádiz, según estos le llamaban, y otra vez nuestra corporación municipal volvió a celebrar con toda solemnidad tan simpática y españolísima festividad.

            Terminada la primera guerra civil y entronizado nuevamente el sabio sistema, Pamplona dejó de ser cabeza del Reino de Navarra, para pasar a la categoría de capital de provincia de tercera categoría y ya desde entonces no hizo constar con orgullo nuestro municipio ser Patrono único de la Fiesta de la Concepción.

LA FUNCION DE DESAGRAVIOS
 
            Al domingo siguiente de la fiesta de la Inmaculada, los ediles pamploneses, de toda gala y acompañados de maceros, timbales, clarines y ministros de justicia, se dirigían al convento de San Francisco, para celebrar en su iglesia, la solemne función de los Desagravios.

            El origen de esta función es el siguiente:

            Sabido es de todos mis lectores que, a la muerte del rey Carlos II de España, estalló una terrible guerra europea, con motivo de quién había de suceder al difunto monarca en los reinos y señoríos de la monarquía española.

            Se la disputaban Felipe de Anjou o de Borbón y Don Carlos de Austria. Este trajo a España tropas aliadas, en las que habían varios regimientos ingleses y holandeses furibundos enemigos de la religión católica. Estos protestantes se hartaron de cometer toda clase de desafueros y atropellos contra la iglesias y objetos de culto. Quemaron iglesias, robaron cálices y reliquias, profanaron los tabernáculos… y debieron dejar descendencia, a juzgar por las escenas parecidas que desgraciadamente se han realizado en España en repetidas ocasiones, y que sólo como casos de atavismo se pueden explicar.

            Terminada felizmente la guerra, el rey Felipe V con fecha 23 de marzo de 1711 dirigió al Ayuntamiento de Pamplona una Real Orden, que fue leída con toda solemnidad en el salón de juntas del mismo año.

            En ella disponía el rey que, en consideración de los horrores perpetrados por los enemigos, quemando “las imágenes de los santos, de María Santísima, de Jesucristo Nuestro Señor y lo que más estimula a dolor y religiosa excitación, su Cuerpo Sacramentado” y se celebrasen todos los años funciones de desagravio en todos los pueblos de su monarquía, el domingo siguiente a la festividad de la Concepción Inmaculada de la Virgen Santísima.

            La Real Orden disponía que esta función de desagravios se celebrase en la Iglesia Mayor de cada localidad. La Diputación del Reino quiso ser la organizadora de la ceremonia en la catedral, y el Ayuntamiento de entonces decidió celebrarla, con no menos solemnidad, en la iglesia de los padres franciscanos.

Premín de Iruña. 1948 

(Iruñerías, Diario de Navarra, 1948) 

Y con esta "iruñería" despedimos el puente foral y de la Inmaculada que ha marcado también el ritmo del blog durante estos días. Comenzaré la semana retomando la biografía de Ignacio Baleztena. Así feliz día de la Inmaculada y hasta el 10 si Dios quiere.

lunes, 3 de diciembre de 2012

San Francisco Javier, ruega por Navarra



Día 3 de Diciembre San Francisco Javier, patrón de Navarra. Ruega por nosotros.





Querido lector, aquí tenemos al aitacho en la puerta del Castillo de Javier en 1937




Organizando los preparativos para recibir al príncipe regente D. Javier de Borbón Parma



En su visita al castillo del santo en verano de 1937. El aitacho le prepaó esta visita desde Petrorena (la casa familiar de Leiza) donde estaba la "villa y corte" carlista provisionalmente en esa época.


El príncipe regente D. Javier de Borbón Parma peregrinó al castillo del santo patrón de Navarra, San Francisco Javier, en verano de 1937, en una visita organizada por Ignacio Baleztena.


Pero vamos al tema, hoy 3 de Diciembre, día de San Francisco Javier, vamos a ver lo publicado al respecto en este blog pinchando aquí.

San Francisco Javier ruega por Navarra y nuestros misioneros

viernes, 30 de noviembre de 2012

Ignacio Baleztena prepara los sanfermines de 1937 en el frente


Querido lector, ayer 29 celebramos la fiesta de San Saturnino, patrón de Pamplona, que tantas veces celebró en vida el aitacho. Ayer se suspendió la procesión y los gigantes tuvieron que refugiarse en el zaguán del Ayuntamiento por la lluvia. Pero vamos al grano ya que enlazamos esto de las fiestas, procesiones, gigantes y demás celebraciones que tanto hacían disfrutar al aitacho para empalmar con su biografía:


Ayer no se pudo vivir esta escena por la lluvia. San Saturnino ruega por tu Pamplona.
Lo habíamos dejado en Leiza, "villa y corte" provisional haciendo los honores a D. Gaetán de Borbón Parma (pinchar aquí) ya a comienzos de verano de 1937. ¿Y qué pasa a comienzos de verano?, cualquier pamplonica, pamplonés o irunsheme ya está pensando en los sanfermines, y en esto estaba mi padre Ignacio Baleztena mientras agasajaba a los príncipes. Así que decidió que aquellos navarros que estaban en el frente bien se merecían poder celebrar las mezetas del pupilo de San Saturnino, es decir, las fiestas de San Fermín. Dicho y hecho, se puso manos a la obra y se dedicó a embarcar en dicha organización a todo el que se le cruzaba.

Elaboró un programa acorde: dianas floreadas, Misa de campaña, cohetes, procesión y hasta encierros simulados. Tenía que hacer acopio de material al efecto y aprovechó para conseguir que los pamploneses donaran las mil cosas que eran necesarias para hacer llegar en un camión de intendencia repleto a sus familiares del frente. ¿Cómo fabricaría los imprescindibles gigantes?.

El gran apoyo que podía tener para esta empresa, que eran los mozos de la peña el Muthiko por el fundada, estaban precisamente combatiendo como requetés. Pero el cuadro de danzas de dicha sociedad seguía en activo gracias a las danzaris, que se volcaron en ayudar todo lo que pudieron hasta el punto de que decidieron ir ellas también a alegrar las fiestas a los suyos.


La mayor parte de los mozos del Muthiko Alaiak fueron como voluntarios requetés bajo el lema de "Dios, Patria, Rey". Pese a ello las mujeres consiguieron mantener activo el cuadro de danzas. En la foto el entierro del "muthiko" Madoz en Pamplona, acompañado de sus amigas de la peña


Ignacio Baleztena años más tarde con las danzaris del Muthiko, peña y cuadro de danzas fundados por él mismo






















Pues bien, todo estaba "erne", el camión con todo el cargamento, el programa acabado, las chicas del Muthiko a punto para ir a animar con su cuadro de danzas y mi padre Ignacio ya preparado para partir, cuando sonó el teléfono en Petrorena, la casa familiar de Leiza, con una llamada crucial que comunicaba... lo que veremos en la próxima entrada si Dios quiere.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Leiza "villa y corte" provisional. Estancia de D. Gaetán en Petrorena, la casa de los Baleztena.




Querido lector, veíamos como el príncipe D. Gaetán de Borbón Parma a raíz de caer herido en el frente fue ingresado en el Hospital Alfonso Carlos para recuperarse de sus graves lesiones. Además a causa del bombardeo de Pamplona por la aviación republicana la familia Baleztena decidió trasladarse de nuevo a Leiza para poner a salvo a los niños (Para ver todo esto pinchar aquí). Parecía que podía venir una época de cierta tranquilidad dentro de lo que se puede pedir en una guerra, pero precisamente entonces llegaban nuevos “jaleos” ya que D. Gaetán, mejorado ya de sus heridas quiso pasar la convalecencia en Petrorena, la casa de los Baleztena en Leiza. Ante esta situación, nada más enterarse mi padre, Ignacio Baleztena, vino del frente de nuevo para organizar todo y atender como es debido al príncipe, ya que como nos cuenta tía Lola:

Ignacio Baleztena con su mujer Carmen Abarrategui, segunda y tercero por la derecha, con el Príncipe D. Gaetán de Borbón Parma (en el centro) en Leiza. Primavera de 1937. De derecha a izquierda: patro Sagües (cuñada), Carmen Abarrategui (mujer), Josefina Baleztena (hermana), D. Gaetán de Borbón Parma, Ángeles Baleztena (hermana)...
“D. Gaetán, mejorado ya de sus heridas quiso convalecer en Leiza y a casa llegó armando un jaleo tremendo, pues a un príncipe, quieras o no, siempre hay que tratarlo de una manera especial. Continuamente recibía comisiones, visitas de importancia. Entre las más notables, la de su sobrino el emperador de Austria Otto de Habsburgo, a quien uno de nuestros sobrinos, vestido de Pelayo[1], ofreció en bandeja la llave de la casa cuando entró en el eskaratze[2]. Los chicos del pueblo, al enterarse de su venida, se congregaron en la puerta y cuando de ella salió, al grito de ¡Viva el Emperador!, todos echaron a correr tras el auto vociferando: ¡Emperadoria! ¡Emperadoria!. El saludaba a todos agitando la boina roja. Y la boina roja, si antes había sido corona de reyes, en aquel momento, brillaba cual diadema imperial.

El príncipe D. Gaetán de Borbón Parma en Leiza "custodiado" por pelayos (niños carlistas) del pueblo.

También vino a verle su hermano, el Príncipe D. Javier[3], el cual edificó al pueblo por su piedad y sencillez en la iglesia donde ayudó a Misa el domingo.



Ignacio Baleztena el primero por la izquierda con D. Javier de Borbón Parma, príncipe regente, en la escalinata de la iglesia de Leiza en 1937. De derecha a izquierda: Ignacio Baleztena, Joaquín Baleztena (hermano), D. Javier de Borbón Parma, Mª Isabel Baleztena (hermana), detrás de ella Ángeles Baleztena (hermana)...
 

Dedicatoria de D. Javier: Con toda mi devoción y afecto a la lealísima familia Baleztena en recuerdo de los dos días pasados en Leiza. Francisco Javier de Borbón Parma. 4 Julio 1937

También vinieron a visitarle sus hermanos D. Luis y Dña Isabel de Borbón Parma, la cual como curiosidad tengo que comentar que precisamente posteriormente sería mi madrina de bautismo. 


Ignacio Baleztena (tercero por la derecha) con el príncipe D. Luis de Borbón Parma (con corbata) en Leyre. a la izquierda de la foto Rosari Jaurrieta Baleztena (sobrina)...

Sigue tía Lola:

“Hicimos preciosas excursiones: la Oliva, Leire, Baztán, donde visitó el hospital de Lecároz reconociendo a muchos de los compañeros de su Tercio. A su chofer le dedicó amablemente una foto.”

D. Gaetán de Borbón Parma en Lecaroz, al volante del coche de Pello Baleztena de copiloto. Detrás Joaquín Baleztena (hermanos de Ignacio)...

Precisamente Ignacio Baleztena era el cicerone y animador de estas excursiones. Sigue contando tía Lola: “Así pasaban agradables los días de la estancia principesca. D. Gaetán era un príncipe muy atractivo y ligero: “Un prince charamant” como para brillar en una corte de Francia. Tocaba el acordeón, recibía a todos con amable encanto, pero a pesar de su sencillez, mantenía siempre la distancia de su rango. En sus visitas a diferentes lugares era recibido con entusiasmo y finamente obsequiado, sobre todo, entre las gentes del pueblo”

A D. Gaetán Borbón Parma le gustaba tocar el acordeón en Leiza
 Pero mientras esto ocurría iban pasando los días y se acercaban las fechas sanfermineras, así que al aitacho se le ocurrió… lo que veremos en la próxima entrada si Dios quiere.


[1] Así se llama a los niños carlistas
[2] Zaguán
[3] D Javier de Borbón Parma. Regente y cabeza de la Comunión Tradicionalista. Hermano de D. Gaetán.

jueves, 15 de noviembre de 2012

El príncipe requeté y bombardeo de Pamplona



Querido lector, para entender las siguientes entradas de la biografía del aitacho tenemos que comenzar dando una pequeña explicación, que aparentemente no tiene que ver con él pero al final resulta que sí.

Esta es la historia de un príncipe requeté. El 12 de Enero de 1937 D. Gaetan de Borbón Parma, hermano de D. Javier – príncipe regente de la Comunión Tradicionalista Carlista- solicitó permiso a este último para alistarse en el frente y así lo hizo. Pero él no quería reconocimientos ni honores especiales, así que se presentó como un voluntario más en el Tercio de Navarra. Y para guardar el anonimato lo hizo con el nombre de Gaetan de Lavardín (o conde de Labardine). Estando en primera línea el 9 de mayo fue herido de gravedad en el cuello en el frente de Bizcargui y lo que viene a continuación nos lo cuenta tía Lola, la hermana del aitacho:

“En los avances de Vizcaya cayó gravemente herido S.A.R. el Príncipe Cayetano de Borbón-Parma, que guardaba su incógnita bajo el título de Conde de Labardine. En el hospital de San Sebastián fueron a verlo su madre, Doña María Antonia de Braganza, Duquesa de Parma, sus hermanos Isabel, enfermera durante toda la guerra en el hospital Alfonso Carlos, Luis, que casó con una hija del rey de Italia, y Zita, última emperatriz de Austria.

A este ilustre personaje, años más tarde, cuando murió, el periódico A.B.C. le regateó miserablemente en un artículo el título de Alteza Real. Y lo era en verdad, ya que su padre, D. Roberto, fue el último duque reinante en Parma.

Aunque apenas podía hablar pues una bala le había atravesado la garganta, nos manifestó su deseo de ser trasladado al Alfonso Carlos cuanto antes, y así que fue posible, llegó a nuestro Hospital, donde fue recibido triunfalmente por todos sus compañeros heridos, pertenecientes, como él, al Tercio de Navarra, desarrollándose escenas por demás pintorescas:

- ¡A puñetero! (perdón por el sic). ¡Qué poco nos decías que eras príncipe! –le dijo uno de ellos abrazándole familiarmente.

Como se ve, al enterarse de ello no usó con Su Alteza un lenguaje cortesano”.

El príncipe D. Gaetan de Borbón Parma, ya recuperado, en el Alfonso Carlos de Pamplona (hospital de guerra), vestido de requeté con uniforme claro en el medio.

Pues bien justo por estas fechas Pamplona fue bombardeada por la aviación rusa que apoyaba al ejército republicano[1]. Esto ocurrió el 22 de mayo de 1937. Las bombas cayeron sobre la población civil en un parque de juegos frecuentado por madres con sus hijos, en las proximidades del Portal de Francia, causando la muerte de 11 personas, tres hombres, cinco mujeres y tres niños, además de producir 25 heridos. Nos lo cuenta de nuevo tía Lola:

“Si al conjuro del sol primaveral empezaban a despuntar las hojas y las flores, del cielo no caía un suave rocío para fertilizarlas, muy al contrario. Este se veía cruzado por aviones y las sirenas sonaban a cualquier hora sembrando alarma y malestar. Una vez, bombardearon Pamplona y hubo muertos y heridos. En vista de aquel estado de entre intranquilidad y peligro, metimos a todos los nenes de la casa en el auto y fuimos a dejarlos en Leiza. Nunca el campo me pareció más delicioso y soberano y a gusto me hubiera quedado allí disfrutando de aquella bienaventurada paz, pero nuevos jaleos iban a venirnos encima.”

¿Y cuáles eran esos nuevos jaleos, que relación tenían con S.A.R. D. Gaetan y que pintaba en todo esto el aitacho?. Lo veremos en la próxima entrada si Dios quiere.
 
El príncipe D. Gaetan de Borbón Parma en los balcones de Casa Baleztena


[1] Pamplona fue bombardeada por la aviación republicana en 3 ocasiones. Esta fue la primera.

martes, 6 de noviembre de 2012

Ignacio Baleztena al rescate de nuevo, esta vez de su sobrino Javier



Querido lector, dejábamos al aitacho en Marzo de 1937 de permiso en Pamplona salvando al Dr. Jiménez Díaz y acogiéndole en su casa (pinchar aquí). Pues bien, en esa época recibió una preocupante noticia de su sobrino Javier Jaurrieta Baleztena que le hacía tener que ir a “apagar otro fuego”. Pero vamos a rebobinar un poco para ponernos en situación.

Veíamos como en septiembre de 1936 tuvo que volver del frente porque uno de sus sobrinos, Chan (Juan Jesús) Jaurrieta Baleztena había fallecido de manera heroica en Somosierra.  (pinchar aquí). Con él estaban en primera línea su otro hermano, Javier, y un primo carnal suyo, Apico (José Joaquín).

Los tres primos Jaurrieta Baleztena en Somosierra

Al volver a Pamplona para el entiero de Chan, según nos cuenta Ignacio Romero Raizábal: “Javier, al pasar por su casa dijo como bromeando ante el retrato de su hermano:

- A ver si me hacéis una ampliación como ésta. Me parece que la vais a necesitar pronto”

Lápida en la tumba de Chan Jaurrieta Baleztena en el cementerio de Pamplona. Dale Señor el Descanso Eterno.
 La cosa es que justo tras el entierro de Chan fallecía en el destierro el rey D. Alfonso Carlos I y mi padre Ignacio Baleztena, junto con los dos sobrinos, Javier y Apico, viajaron a Viena a los funerales regios. (pinchar aquí). Que gran ocasión podía haber sido para no tener que volver al peligro de la línea de fuego tras el fallecimiento de Chan. Pero era inútil.

Romero Raizabal describe a Javier y Apico durante dicho viaje como “Sanos, fornidos, con esa línea dura de facciones que es distintivo de los euskaldunes, y que contrasta un tanto con la ternura y suavidad de la mirada. Con sus trajes de voluntarios disimulados malamente por unos pantalones que alguien les prestó de camino… la melancolía brillaba en los ojos de estos dos mozos fuertes y robustos, obra y resabio de dos hondas tristezas: el entierro del Rey y la muerte de Chan”. Que cosas no tuvo que hacer su tío Ignacio Baleztena en aquel viaje a Viena, en esa situación, para superar su propia pena e infundirles  a ellos y al resto de la expedición el ánimo hasta el punto de que Romero Raizabal lo recuerda como “el Inachoski de los cantares y del buen humor del viaje a Viena de mis Boinas Rojas en Austria”.  Siguiendo su forma de ser siempre alegre hasta en los momentos más difíciles debió aportar, para variar, el toque de humor dentro de la gravedad de la situación.

Ignacio Baleztena con sus sobrinos Javier y José Joaquín Jaurrieta Baleztena (primos entre si) en Viena con motivo de los funerales de D. Alfonso Carlos I
 Pues bien a la vuelta del viaje Apico, siendo el único hijo varón, y Javier que acababa de perder a su hermano, decidieron volver al frente. Pero en vez de a primera línea fueron destinados a la escolta de Franco. Obedientemente acudieron, descontentos y a regañadientes, y ocurrió lo que tenía que pasar. Como he comenzado diciendo en esta entrada en Marzo de 1937 mientras mi padre Ignacio Baleztena estaba de permiso en Pamplona salvando al Dr. Jiménez Díaz y acogiéndole en su casa, recibió una preocupante noticia de su sobrino Javier Jaurrieta Baleztena que le hacía tener que ir a “apagar otro fuego” Nos lo cuenta de nuevo Romero Raizábal:

Javier un día desertó. Fue una enorme locura. Un disparate horrible. Merecía el fusilamiento. ¿Pero cómo hacer otra cosa si pasaba por Salamanca, para ir a las trincheras, un Tercio de carlistas cantando el Oriamendi?.¡Javier entonces desertó!. Su tío Ignacio se fue a buscarle al frente con un severo discurso aprendido de memoria, con el firme propósito de hacer valer la autoridad de sus patillas y de su parentesco… y se quedó en el frente con su sobrino

Me imagino a mi padre intentando ponerse serio para reprender a su sobrino Javier de algo que en realidad le encantaba que hubiera hecho y estaba orgulloso de él. No obstante reinó la cordura y “a fuerza de cariño y con la promesa de que a la entrada en Madrid irían juntos, pudo volver Ignacio a Salamanca con Javier, después de algunos días

Al volver voluntariamente, Javier se libró de un consejo de guerra por deserción, aunque no se muy bien si recibió alguna sanción por el desacato.

La cosa es que el aitacho volvió al frente hasta que en Junio de nuevo fue a Pamplona porque un requeté muy singular había caído herido… como veremos en la próxima entrada.